la primer tarea de H

(que hizo su madre mientras ella se sacaba los mocos y miraba pocoyó)



Diego Rivera


Nació en la ciudad de Guanajuato en 1886 .  Es uno de los más importantes pintores mexicanos.  La mayoría de los edificios históricos de la ciudad de México están adornados por sus fabulosos murales: el Palacio Nacional (o palacio de gobierno), la Secretaría de Educación, el teatro de los Insurgentes. También edificios fuera del DF como el Palacio de Hernán Cortés en Cuernavaca  (45 Km. al sur del DF) y la Escuela de Agronomía de Chapingo. Rivera pintó su primer mural en una pared de la Preparatoria Nacional en 1922.

Cuando tenía 21 años, se ganó una beca que le permitió ir a estudiar primero a Madrid y luego a París, pero no se quedó viviendo en ningún lugar, sino que repartía su tiempo entre México, España, Ecuador, Francia.  Incluso visitó varias veces la Argentina. Estudió con todos los grandes pintores impresionistas en Europa. Fue parte del movimiento llamado “la escuela de Pont Aven” fundada por Vincent van Gogh.

La convivencia con los pintores e intelectuales cubistas como Pablo Picasso, surrealistas como Marx Ernst e impresionistas como Paul Cezanne  le da a sus pinturas un manejo del color que no tiene ningún otro muralista mexicano.

Tuvo 3 mujeres: la artista rusa Angelina Beloff, la “Gata Marín” una mujer indígena de ojos verdes que está retratada en muchas de las pinturas de Rivera, y la famosa pintora Frida Kahlo.

Era un ferviente militante comunista. Como dice el historiador inglés Eric Hobsbawm, en esa época (los años 30) el intelectual que no hacía política, que mejor escribiera diccionarios.  Eran años de conciencia política activa, los artistas plasmaban sus ideas políticas en sus cuadros.  Los murales de Rivera muestran la historia mexicana mezclada con las tradiciones, los colores de la tierra, las técnicas europeas y las ideas de progreso y comunismo.  Hay mucho para mirar en los ojos negros de los indios que pintaba Rivera. Hay mucho para mucho para pensar mientras se admiran esos gigantes murales en las escalinatas de Palacio Nacional donde conviven los mexicas con los comunistas, el campesinado, los nahuales prehispánicos, los conquistadores, los niños, los revolucionarios…

Rivera hizo de los alcatraces (las calas) las flores iconográficas de la pintura mexicana.  Su obra alejó estas hermosas flores de los panteones y las llevó a decorar las casas, museos y ramos de novias en todo el país.

Sobre todo Diego Rivera pintó en los ojos de los niños indígenas mexicanos, los resultados de la Revolución: en un país que salía de una guerra civil de más de 10 años, se proclamaba progreso, cultura, desarrollo. Pero en realidad lo que dejó la revolución fue pobreza, hambre y un país devastado. Los chicos seguían andando descalzos y desnutridos por las calles de todo el país.  Y ahí continúan, igual que como Diego los pintó en sus los cuadros… niños de ojos grandes y hermosos, llenos de esperanzas y con los pies descalzos.

Diego Rivera murió en la ciudad de México en 1957 y está enterrado en la rotonda de los Hombres Ilustres, en un hermoso sepulcro de piedra volcánica.

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